martes, 17 de junio de 2014

Tomás Gonzlalez *, Finalista en Premio Nacional de Novela 2014 en Colombia con su novela TEMPORAL **, y la MEDITACIÓN. Entrevista en la revista CARAS, No. 31, Junio 2014. Fragmento.

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Tomás González * 

Finalista ** en Premio Nacional de Novela 2014 en Colombia
 con su novela TEMPORAL ***,
 Portada de Temporal
y la
MEDITACIÓN

 Entrevista en la revista CARAS, No. 31, Junio 2014. 

Fragmento. 

"... 

¿Cómo es su vida en el campo, después de haber durado tantos años en Nueva York? 
Me sentí feliz de regresar. Primero volví a Chía, a una finca, no a Bogotá ni a Medellín, y ahora vivo en otra finca. Las ciudades quedaron descartadas, y si me to­cara vivir en ciudad, preferiria que fuera otra vez Nue­va York. Pero es difícil que me vaya alguna vez de aquí. Este sitio me gusta y escribo con alegria.
¿Cómo son sus días aquí?
Me levanto muy temprano. Alcanzo a trabajar bastan­te antes de que salga el sol. Escribo hasta el mediodía. Luego voy a caminar y mirar por ahí, en el jardín. Me encarreta mucho el jardín. He estado tratando de dar­le más forma. Me acuesto muy temprano, a eso de las siete y media de la noche. No tengo televisor. Tuve, pero me aburrí y ahora me alegra no oír a esos locuto­res. Tampoco tengo radio. De vez en cuando me entero de algo porque miro en Internet.
Tiene un jardín zen. ¿Cómo empezó el interés por este tema?
Empecé leyendo poesía taoísta. Y pensé en cómo po­día hacer algo para vivir eso, y llegué al zen. En Nueva York hay cantidades de sitios para practicarlo. Encon­tré que era algo muy bueno para escribir porque des­peja la cabeza, te permite ver dónde está el problema, te deja entender qué está pasando, dónde te perdiste, cómo seguir.
¿Y qué practica?
Desde hace muchos años me vengo sentando un rato todos los días en flor de loto, sobre un cojín redondo, a solo respirar, a solo ser. Uno tiende a vivir en la cadena de pensamientos más que en el mundo real, y estas pausas de meditación me permiten volver a conectar­me con la realidad. Es como tratar de vivir aunque sea un momentico por fuera de la cadena de pensamien­tos, que es abrumadora y lo pone a uno a saltar de una idea a otra, de una emoción a la otra. Tomar una pequeña distancia es muy fácil. Es sentarse a respirar. Me ha servido mucho en mi trabajo literario.

¿Esto le significa austeridad en otras cosas? 

No, ninguna. No me privo de nada. Trato de no fumar mucho porque hace daño, pero no por más. Nada de vegetarianismo. Dejé de tomar porque no era buen negocio. Lo disfrutaba mucho, pero las maluqueras se estaban volviendo desproporcionadas respecto al placer. En Nueva York tomaba dos o tres veces por se­mana, sobre todo vodka. Acá era aguardiente. Escribir tomado es agradable. Carver -que se bebió todo- decía que podía distinguir las frases que había escrito borra­cho de las que no. A veces en la escritura hay muchas inhibiciones, miedo a embarrarla, a fallar. Con el trago ese miedo se quita un poquito y uno se pone más au­daz, y al atreverse a más puede lograr más. Aunque hay que saber no emborracharse.

... "

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