sábado, 19 de abril de 2014

Por siempre. GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ (Gabo)

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Publican y difunden 
NTC … Nos Topamos Con 
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FERNANDO  JARAMILLO 

"Gabitero", Parla con Jaime (Telepacífico) 

sobre 
Gabriel García Márquez


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VIDEO (28 minutos) 
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Homenaje a GGM en México: 


Emitido en directo el 21/4/2014. Transmisión en vivo del homenaje a Gabriel García Márquez desde el Palacio de Bellas Artes. 



Conaculta video (en diferido) : 


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*** UN MAGO VISTO POR UN PROFESOR INGLES. Por Eduardo Escobar. Ensayo No 14 de su libro "Cuando nada concuerda" (2013)

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 Gabriel García Márquez conversando con Pablo Neruda. 1971 
Video.  La FNPI nos lo muestra. 

La Fundación “Gabriel García Márquez” para el Nuevo Periodismo Iberoamericano ha convertido su portal en un especial tras la lamentable noticia del fallecimiento de su fundador (Abril 17, 2014) .

 Gracias a un nutrido y amplio trabajo de archivo, en todo el mundo se puede tener acceso a fotografías, textos y material audiovisual que gira en torno a la obra del autor de Cien años de soledad.

Uno de esos materiales valiosos para el mundo de la literatura y la cultura es esta conversación entre Gabo y otro Nobel de Literatura latinoamericano: Pablo Neruda. Una de las singularidades de esta conversación es que sucede en 1971, en ocasión del Nobel de Neruda, y en la conversación surge la idea de que en algún momento García Márquez recibiera el máximo galardón literario. Eso y la aparición de un león de felpa al final de la conversación convierten estos minutos en una joya para los lectores de ambos autores.

Además de disfrutar de esta conversación breve pero legendaria, en Prodavinci invitamos a nuestros lectores a visitar el especial que ha preparado la FNPI haciendo click acá.

EL VIDEO:


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Punto final a un incidente ingrato

Por Gabriel García Márquez

De Mario Jursich Durán

NTC ... agradece al escritor  Víctor Rojas , tector@hotmail.com , el envío de este aporte, y a Mario Jursich por divulgarlo. 

El Tiempo abre su página web con un gigantesco "¡Gabo, inmortal!", lo proclama "genio de la literatura" y anuncia para este fin de semana una apoteósica edición sobre nuestro Nobel. Me pregunto si será parte del homenaje presentarle  excusas extemporáneas a Gabriel García Márquez.

En 1981, en sus páginas editoriales y con seudónimo (ni siquiera tuvieron la hombría de usar el nombre propio), el periódico le hizo unas acusaciones * tan graves que unas horas después García Márquez y su esposa tuvieron que pedir asilo político en la Embajada de México. No tienen que creerme porque yo lo diga; lean aquí abajo la columna que García Márquez publicó en El País de Madrid el miércoles 8 de abril de 1981 y verán que no exagero. La pieza no sólo es un soberbio trozo de gran literatura; también pudiera darle algunas ideas a tantos periodistas que desde ayer no han hecho más que repetir pendejadas. ( * NTC ... Complemento: http://ntc-documentos.blogspot.com/2014_04_20_archive.html ) 


Punto final a un incidente ingrato


Por Gabriel García Márquez


EL PAÍS, Madrid, 8 de abril de 1981
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El argentino que se hizo querer de todos

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ  


Fragmento

"... 
Los ídolos infunden respeto, admiración, cariño y, por supuesto, grandes envidias. Cortázar inspiraba todos esos sentimientos como muy pocos escritores, pero inspiraba además otro menos frecuente: la devoción. Fue, tal vez sin proponérselo, el argentino que se hizo querer de todo el mundo. Sin embargo, me atrevo a pensar que si los muertos se mueren, Cortázar debe estarse muriendo otra vez de vergüenza por la consternación mundial que ha causado su muerte. Nadie le temía más que él, ni en la vida real ni en los libros, a los honores póstumos y a los fastos funerarios. Más aún: siempre pensé que la muerte misma le parecía indecente. En alguna parte de La vuelta al día en ochenta mundos un grupo de amigos no puede soportar la risa ante la evidencia de que un amigo común ha incurrido en la ridiculez de morirse. Por eso, porque lo conocí y lo quise tanto, me resisto a participar en los lamentos y elegías por Julio Cortázar. Prefiero seguir pensando en él como sin duda él lo quería, con el júbilo inmenso de que haya existido, con la alegría entrañable de haberlo conocido, y la gratitud de que nos haya dejado para el mundo una obra tal vez inconclusa pero tan bella e indestructible como su recuerdo." 

Copyright 1984. Gabriel García Márquez - ACI.
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Por siempre 
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ 
(Gabo) 

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Imágenes tomadas de:

Allí: otra información y detalles
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Un señor que nos conocía a todos

Por: Julio César Londoño

EL ESPECTADOR, 18 ABR 2014 - 7:45 PM
¿Por qué tanto revuelo con la muerte de Gabo? La respuesta es obvia: porque es... porque era uno de los grandes de la historia de las letras.
El Homero del Caribe, digamos. ¿Y cómo sabemos que era el Homero del Caribe? La respuesta ya no es tan obvia. Quizá ni él mismo lo sabía. Una tarde en la habana, William Ospina se lo preguntó: ¿cómo hace usted para atrapar con un mismo lenguaje a lectores tan distintos, a ingenieros, críticos, diplomáticas, estudiantes, lectores de edad...?
Gabo no necesitó ni un segundo para responder: “Ese es mi secreto, William”, dijo, y sonrió. Pero Ospina, que jamás ha sonreído a destiempo, no celebró el chiste malo del minotauro de Cataca. Se quedó más serio que un tramposo, encuellándolo con la mirada. Entonces Gabo buscó la respuesta en las olas que rompían contra el malecón, y al fin dijo: “No sé, viejo, no sé... pero a veces tengo la sospecha de que todo se reduce a algo muy simple: hay que encontrar la palabra justa para que el lector no se despierte”. La respuesta me sorprendió. Siempre había pensado que el riesgo estribaba en que el lector se durmiera, y ahora venía este señor a decir todo lo contrario. Y tenía razón. Es una respuesta que encierra, como todas sus declaraciones, una poética. Gabo entendía la narrativa como un acto de hipnosis, como un sueño matemáticamente controlado por el autor. Un solo error —una coma despistada, un vocablo impropio, una narradez— y el lector se despierta y el hechizo se rompe de manera irreparable.
También encierra una estética la definición de poesía que dio en 1982. “La poesía —explicó en su lección de Estocolmo— es la energía secreta que cuece los garbanzos en la cocina”. No es una frase, es un credo. Para él, no había distancia alguna entre las palabras y las cosas. No pensaba, como creíamos algunos, que las rosas eran más rojas en Alejandría ni que los ruiseñores cantaban mejor en Hungría ni que la única literatura buena era la inglesa ni que había que morir en París con aguacero. No. Creía, desde el fondo de sus huesos, en los méritos balsámicos y poéticos del cilantro y en el lenguaje de las mujeres y en los delirios de los hombres. Gilbert Keith Chesterton ya lo había explicado todo muchos años antes. “Hay autores que encuentran su inspiración en la historia o en alguna tradición ilustre, otros la encuentran en los libros, otros en la calle. Unos pocos son capaces de encontrar poesía incluso en su propia familia”.
Gabo, sobra decirlo, era un hombre lo bastante atento como para descubrir lo literario en lo prosaico, la aguja en el pajar, la perla en la hojarasca. Y sabía editar, por supuesto, es decir, acuñar hipérboles poderosas, mantener tirante la cuerda de la tensión, derrochar adjetivos precisos, volver al barroquismo cuando la estética pedía austeridad, buscar maneras nuevas para decir cosas viejas, embromarse con algunas supersticiones (su aversión por los gerundios, los endecasílabos, los adverbios terminados en mente) y darle verosimilitud a los embustes más descarados. Siempre estaba buscando cómo lograr, por ejemplo, que un hilo de sangre corra tres cuadras, doble una esquina, cruce la calle, suba unos escalones, atraviese un zaguán y llegue a los pies de una mujer que gritará: ¡Mataron a José Arcadio!
Una vez le pregunté a su mejor lector cuál era el secreto de Gabo, y Alejandro Almario ensayó esta respuesta: quizá fueron dos: el primero fue que lo educaron las maestras del lenguaje, las mujeres. El segundo estribó en que, de alguna manera, logró conocernos a todos. Por esto sabía cómo y dónde herirnos exactamente y cómo decirlo con palabras que no pudiéramos olvidar nunca.
Gracias, Alejandro. ¡Chapeau, Gabo!
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La aldea universal
Por: Juan David Ochoa
EL ESPECTADOR .com  18 ABR 2014 - 11:00 PM http://www.elespectador.com/opinion/aldea-universal-columna-487574

Fue irónicamente Vargas Llosa, reconocido adversario personal de Márquez, quien redactó la mejor de las críticas a la tronante Cien años de soledad, describiéndola como la historia de un deicidio: el atentado a una realidad junto a sus paradigmas canónicos y sus deidades aceptadas y sus historias repetidas del pasado en que los hombres suponen soportarse sin asombro, destruida por la atmosfera de leyes contrapuestas, donde la amnesia puede convertirse de repente en pandemia y convertir al olvido en otra realidad en que los hombres pueden existir, asombrados en la novedad, y redactándose sus mismas costumbres en sus cuerpos para sobreponerse a la rutina. O donde el viento puede absorber y levantar a Remedios para perderla para siempre entre la historia de la tierra y el cielo, o donde un cuerpo puede reducirse en la vejez hasta la contextura y el tamaño de las pasas, y la sangre puede recorrer en un hilo predeterminado y racional las calles de un pueblo hasta volver, después, al orificio inaugural del muerto.
Toda la historia de un deicidio: la obra de un dios emulada por la rebeldía de otro inventor, que en el final de su obra, decide acabarla sin la tediosa levedad de los finales agónicos, y la suprime en el hambre de un viento que viene de repente a arrastrar con los manteles, los vestidos y los suelos y los nombres de esa estirpe imaginada. Es el recurso de los lugares ficticios para subvertir la insoportable y demasiada realidad, de la que hablaba Eliot, y revocarla en las propias licencias. Lo hizo el también Nobel e influyente reconocido por el propio Márquez, William Faulkner, con su condado imaginario Yoknapatawpha, Onetti con la ciudad de Santa María y Lewis Carrol en su país de maravillas. Lugares alternos de la rebelión donde cabe la sátira, la ironía y la alusión, o el simple símil de otra raza o de otra sociedad con otros tedios y revelaciones como pretexto de la representación, el viejo canon de Tolstoi para representar el universo desde el conocimiento exacto de una aldea.
Macondo sobrepasaba el símil y representaba también los intersticios de la guerra de los mil días con la sutileza de un símil con suerte, el folclor y la pirotecnia de su cultura que absorbió desde la lengua de sus tías maternas, entre el sopor del Magdalena, cuando narraban las estrambóticas historias del pasado con la naturalidad de una oratoria ancestral. Fue esa lengua natural la que afinó García Márquez sin la pretensión de los recursos forzados. Amaestró la oralidad con el ritmo que afinó, tal vez, escuchando las sinfonías de Bartok y los preludios de Debussy, que repetía mientras sostenía el pulso salvaje de sus páginas entrecortadas por las comas y el vértigo.
El Patriarca, que alguna vez decidió escribir para retar la sentencia de Eduardo Zalamea, en la que aseguraba que no existían en Colombia jóvenes literatos con talento, ha muerto. Las generaciones emergentes, algunas muertas por la influencia brutal de su lenguaje, tienen la estricta obligación de emularlo.
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NTC ... Agradece al Maestro Carlos-Enrique Ruiz, Director de la revista Aleph, el aporte de las imágenes  y la autorización para publicarlas.  




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GRAN SEPARATA VIRTUAL DE
 EL ESPECTADOR 
SOBRE GGM

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"EL HIJO del TELEGRAFISTA”. 

Daniel Santos , 1983. 

AUDIO:




NTC … agradece el gran aporte de audio y la imagen a Milton Fabián Solano 
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VIDEO
Tomado de EL TIEMPO, Abril 19, 2014
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