miércoles, 23 de marzo de 2016

POLÍTICA CRIMINAL GLOBAL EN AMÉRICA LATINA.Por Fernando Tocora, autor. Presentación libro Cali, 17 de marzo 2016, Alianza Francesa. Texto completo

.
Publica y difunde: NTC …Nos Topamos Con 
---
.
*** 17 de marzo, 2016, 6:00 PM, Cali

--- POLÍTICA CRIMINAL GLOBAL EN AMÉRICA LATINA. MITOS y REALIDADES. FERNANDO TOCORA LÓPEZ * . Presentación de libro. Editorial Eudeba, Editorial Universitaria de Buenos Aires de la Universidad de Buenos Aires, UBA. Invitan:  Asociación Latinoamericana de Derecho Penal y Criminología. ALPEC, http://www.alpecweb.org/ ( Facebook )  y la Alianza Francesa de Cali  Lugar: Alianza Francesa de Cali
(sede norte) Av 6 N° 21 - 34 ,  Barrio Versalles .  / * Detalles sobre el libro y el autor:  http://ntc-documentos.blogspot.com.co/2015_09_17_archive.html .  Click derecho sobre las imágenes para ampliarlas en una nueva ventana. Luego click sobre la imagen para mayor ampliación
.
.
.
POLÍTICA CRIMINAL GLOBAL EN AMÉRICA LATINA
Por Fernando Tocora, autor
                                               Presentación del libro
Cali, 17 de marzo 2016, Alianza Francesa


Cuando algunos primates hace muchos miles de años se desgajaron de los árboles y se irguieron sobre las planicies africanas quedaron expuestos a las numerosas fieras y especies de superior fuerza y destreza, que los intimidaron y les hicieron buscar las cavernas para protegerse tanto de ellas como de los temibles espectáculos de la naturaleza que lanzaba por doquier rayos y centellas. Fue entonces cuando el proceso evolutivo se concentró en el cerebro y empezó a generar una inteligencia que al tiempo que podía significar anticipación de los procesos causales, implicó también el desarrollo de la fabulación como proceso de inventiva y creación.
Este desarrollo del cerebro no solo le sirvió al ser humano para representarse la realidad sino para crear todo un mundo imaginado, todo un imaginario individual y colectivo. Muchas preguntas asaltaban su mente, pero también muchos temores. El miedo era algo natural, atávico, que lo llevaba a preguntarse por la causa de cada fenómeno y por las causas más generales hasta llegar a la causas de las causas. Allí la imaginación personalizó y creo muchos Dioses, la mayoría a su imagen y semejanza, Dioses como Jupiter, como Zeus o como Yemayá. Dioses integrantes de una familia politeísta que se amaban o se odiaban, se respetaban o se temían. Así la realidad se terminó convirtiendo en una realidad de dos niveles: el nivel de las cosas tangibles y el nivel de las cosas imaginadas. Los Dioses estaban en esta última y existían para satisfacer unas funciones de apaciguamiento, de reforzamiento espiritual y empezaban a serlo, de legitimación de poder. Imaginando, el hombre había creado a Dios, como una gran respuesta, una respuesta total, holística, la gran causa de las causas que se preguntaban los griegos en la base de la civilización occidental.
Los gobiernos teocráticos empezaron a instituirse y las religiones monoteístas desplazaron  las mitologías  abigarradas de bellas historias. Ahora era ante todo el temor lo que esas nuevas religiones  querían inocular en los seres humanos, por la ambición de poder. Los tribunales de la   Inquisición proliferaban. La caza de brujas y de herejes se extendían; pensar diferente, pensar contra los dogmas era suficiente para padecer el fuego depurador.

A veces los líderes de los pueblos,  introducían reglas benéficas, como cuando a través de una prohibición religiosa de consumo, protegían a la comunidad de alguna epidemia bacteriana (comer cerdo por ejemplo sin la adecuada preparación) Pero principalmente las religiones permitían la existencia de una jerarquización social y de poder, explotando los miedos individuales y colectivos.

El homo sapiens ya en poder del fuego y empezando a dotarse del lenguaje empieza a construir un mundo de instrumentos. Lanzando elípticamente la mandíbula, el primate de Stanley Kubrick en su película “Odisea del Espacio 2001”, nos trae en su retorno a este siglo XXI poblado de una parafernalia electrónica en la que muchos de nosotros de las generaciones de los 50,s o  60s nos perdemos fácilmente. Pero ese vertiginoso periplo no  fue pacífico; vino paradójicamente de la mano de las guerras, continuación de la política por otros medios, o quizás, a despecho de Clausewitz, la política resultó ser la continuación de la guerra por los medios institucionales y legales. Ya Michel Foucault en los años setenta nos había señalado este sendero.
He aquí la irrupción del derecho. Esto que hemos venido a presentar. Un libro de política criminal, como la continuación de la guerra por los medios penales, por las cárceles y sus laberintos y cerrojos, por la guerra a la droga, apuntalada en dogmas y racismos, por el extermino de los pueblos primitivos considerados “salvajes” por piadosos juristas, ahora reimpulsado ese genocidio indígena por la globalización que devora sus tierras y sus bosques, para las fabricas papeleras y para la minería; por el sistema de procedimiento acusatorio, importado de la metrópoli como una regla global para el eficientismo y la protección de los capitales transnacionales.
Este libro que la editorial de la Universidad de Buenos Aires, Eudeba, y el director de la colección criminológica Carlos Elbert, exmagistrado argentino, criminólogo, penalista y literato, tuvieron a bien escoger para inaugurar la colección “Memoria criminológica”, nos lleva de la “aldea global” de McLuhan  a la “aldea virtual” de Bill Gates, poniendo sobre el tapete los procesos de criminalización o penalización globales, y también la efusión de los movimientos sociales pidiendo reformas institucionales y legales, incluidas en estas últimas las penales; movimientos feministas, ambientalistas, de los derechos de los niños y los adolescentes, movimientos antirracistas, de los LGTBI, por los derechos humanos, etc.
El texto se remata por un capítulo sobre escenarios: el de la globalización cotejada con el pensamiento postmoderno, el escenario de trashumantes que igual ve los dramas de los migrantes centroamericanos por los túneles mexicanos, o los del medio oriente y Africa naufragando en balsas precarias en el mediterráneo. Ya el emigrante es un nuevo estereotipo de delincuente; luego de la última postguerra el emigrante era la víctima del fascismo; ahora, el último emigrante no es la víctima del injusto orden económico mundial sino el delincuente protervo; hay que construir un muro físico como el de Trump, pero el muro cultural, el de los estigmas y etiquetamientos, el homo sapiens lo ha venido construyendo desde tiempos inmemoriales.
Las políticas están en la parte conclusiva de este trabajo, en el que converge no solo nuestras reflexiones sobre los temas anotados sino nuestra experiencia judicial y también la experiencia humana y mundana de nuestra vida. Desconfiad por favor del juez que solo se haya formado en las bibliotecas. Ese no conoce la condición humana ni la verdadera dimensión de los problemas de la gente. Los juristas no deben conocer solamente las normas sino también las realidades sociales. Y el legislador, ese hacedor de normas, todavía más. Por eso, este no es un trabajo sobre normas, sino sobre realidades, realidades en las que las normas desempeñan unas funciones de poder, de dominación y también ciertamente de convivencia.
Las políticas que proponemos deben ser de corte democrático, basadas en políticas sociales, de protección integral de los derechos sociales de todos, con líneas de compensación sobre grupos y comunidades vulneradas históricamente, y ahora que hablamos de postconflicto sí que son imprescindibles esas políticas de compensación histórica. Tenemos que pagar esas deudas sociales, económicas y culturales. Deudas adquiridas durante siglos de injusticia. Estas políticas frente al delito, tienen que respetar unos límites, porque la legitimación del derecho se basa en el respeto a esos mínimos infranqueables que son los derechos humanos. Si nos jactamos de ser una civilización no podemos rebajarnos a la conducta violenta y cruel que condenamos cuando sentenciamos el delito. Claro, que mientras haya guerras tengo mis dudas de que vivamos la fase de la civilización.
En todo caso debemos desterrar ese tipo de políticas demagógicas, populistas, de tolerancia ‘zero’ que todavía persisten e insisten en la sola represión, represión desproporcionada y por tanto muchas veces injusta; políticas que además dejan por fuera a casi toda la criminalidad de “cuello blanco”, llenando las cárceles de puros delincuentes convencionales. Políticas mediáticas de encubrimiento  que llaman la atención solo sobre los crímenes espectaculares y dantescos, que son una minoría y esconden la sistemática exacción a los bienes del Estado, y los grandes y masivos fraudes a los bolsillos de los consumidores. Y para terminar, las violaciones masivas de los derechos humanos, que se siguen ejerciendo sistemáticamente en diversos países de América Latina y que ahora con la globalización adquieren un matiz más económico pero que al final resultan abriendo más las venas que advirtiera lucidamente el uruguayo Eduardo Galeano, recientemente desparecido.

Si este modesto libro logra remover esas visiones clasistas  y hasta racistas del delito, considerandolo solo como cosa de depravados y no como expresión de grandes y graves problemas sociales, ya entenderemos recompensada nuestra labor que no ha sido más que una labor de desvelado escrutinio, de protesta contra la injusticia y de esperanza porque este pobre homo sapiens  encuentre sosiego en la fraternidad, la solidaridad y en todo caso, en el respeto del otro.
        
Gracias ALIANZA FRANCESA por hospedar este acto. Gracias ALPEC, Asociación de Derecho Penal y criminología, por mantener un pensamiento crítico frente al poder y en defensa de los más vulnerables.