lunes, 16 de mayo de 2016

Mi padre, Óscar Collazos . Por: LAIA COLLAZOS, su hija. EL ESPECTADOR, 16 de mayo de 2016

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17 de mayo de 2015

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Mi padre, Óscar Collazos
A punto de cumplirse un año de la muerte del escritor, su hija recuerda el legado que le dejó.
Por:  LAIA COLLAZOS  
 EL ESPECTADOR , impreso y digital,  16 de mayo de 2016
Foto en la edición impresa. Escaneó: NTC ... 
“Los libros son el saldo que seremos” respondió mi padre a unos amigos cuando le preguntaron sobre el destino de su obra. En otras ocasiones, escribió, no sin cierta ironía, que los libros acaban terminando en los sarcófagos de los saldos en librerías de viejo.
Ser hija de un escritor y una escritora tiene sus ventajas, la pasión por la literatura suele ser contagiosa, pero también el pequeño inconveniente de tener que compartir la vida con un sinfín de familiares prodigiosos y extraños llamados autores y personajes librescos, que a la niña que era yo despertaba ciertas suspicacias y envidias. “Dejen de hablar de literatura”, les pedía una y otra vez a mis padres siendo pequeña. Dándome cuenta ahora, del privilegio de haber tenido un padre que me ha dejado sus palabras escritas, sus conocimientos y su actitud ante la vida para saber comprenderle mejor.
Cuando iba a casa de mi padre tenía por costumbre pedirle que me seleccionara de su biblioteca las lecturas de mis vacaciones. Él disfrutaba maniobrando con ellos. Estos anaqueles eran todo su patrimonio. Siempre pensé que los libros prestados son como cartas que uno no se atreve a escribir, conversaciones que no terminan de darse, intimidades que cierto pudor no nos permite compartir…
Recuerdo, en especial, la novela 'El olvido que seremos', de Héctor Abad Faciolince. Al leerla me estaba invitando a compartir la crónica de un país cuya historia yo aún desconocía bastante, al tiempo que me presentaba a aquel padre que el mío trataba de ser y también, al hombre autoritario que él mismo detestaba. Por eso no pude menos que sonreír con su juego de palabras: El saldo que seremos. Óscar Collazos era un hombre sentimental. Por supuesto, le costaba expresarlo. Sin embargo, las cartas, los libros y otras muestras de cariño le permitían hacerlo fácilmente. Su conducta tuvo un cambio en extremo fructífero al ser diagnosticado con la terrible enfermedad llamada ELA (esclerosis lateral amiotrófica).
El dolor, el miedo al final que se avecinaba, y del que era muy consciente, me acercó tremendamente a él y nos convirtió en queridos confidentes. Basta leer sus artículos y entrevistas para darse cuenta del contenido trascendente e íntimo sobre la enfermedad y sus consecuencias también emocionales. La carta abierta que dirigió al doctor Rodolfo Llinás buscaba ser una petición en nombre de todos los que padecían la enfermedad olvidada, sabiendo con certeza que era ya tarde para que cualquier clase de medicina pudiera ayudarlo.
En su casa de Cartagena, antes del traslado final a Bogotá, la enfermedad estaba muy avanzada y empezaba a fallarle el habla. Tocaba hacer limpieza de su biblioteca. Sentado en su mecedora indicaba dónde debíamos colocar cada ejemplar. Leíamos cada título y con un gesto nos señalaba su destino. Unos merecían regresar a la estantería y otros, a esas alturas de la vida, podían ser prescindibles. Más que un trasteo de libros, lo que estábamos haciendo era realmente una selección de lo que él creía lectura necesaria, algunos de sus recuerdos y sus autores más queridos.
Me pidió que le organizara su egoteca. Así llamaba a su estantería donde estaban todos sus libros publicados. En algunos casos, generoso como era, había regalado el último ejemplar de alguna edición única que luego trataba de recuperar en librerías de viejo. Fue también en estos días cuando me comentó ilusionado, gracias a la aplicación de voz electrónica que acababan de instalarle, que la tableta le permitiría seguir dando lecciones de literatura. Fue siempre un celebrado profesor en esta materia, además de un locutor innato y así lo demostró tanto en las aulas como en las reuniones de amigos.
En muchas de las entrevistas que le hicieron queda manifiesto su importante conocimiento de la gran literatura europea y americana que aprendió ya siendo un muchacho en una escuela y una biblioteca públicas de Buenaventura (Valle del Cauca). Según sus propias palabras: “La sed de lectura de los alfabetizados pobres es mayor que entre los analfabetos funcionales”.
En los últimos meses de su vida, se mostraba preocupado por el destino de su obra y de su biblioteca personal. Su amigo, docente y escritor Darío Henao, recuerda en un artículo en 'El País' de Cali (publicado el 24 de mayo del 2015) * la conversación que tuvo lugar en el hospital, poco antes de su fallecimiento, también con Jaime Galarza y Roberto Burgos, donde mi padre dice, con cierta nostalgia y respondiendo a la pregunta formulada: “Sobre mi biblioteca, quiero que vaya a un lugar público. A mí me gustaría que mis libros y los de mi biblioteca los pudieran leer los jóvenes”.
Nunca le preocupó la fama y era agradecido con aquellas personas que lo estimaban intelectual y literariamente. Se fue con el amor y el afecto de muchos de ellos pero sin un suficiente y merecido reconocimiento.
Mi padre fue un escritor y periodista colombiano interesado por su país, como queda manifiesto en toda su literatura, que sucumbió a la tentación del compromiso, que quería ser recordado como alguien que buscó la justicia y la fraternidad y que sorteó escollos para hacer lo que quiso: ser un escritor libre y vivir con intensidad cada episodio de su vida.
Qué mejor manera de recordarlo que cumplir con su deseo: colocar en un rincón del Valle del Cauca todos los libros de su biblioteca y al entrar en ella, una pequeña placa que indique: Biblioteca Óscar Collazos.
LAIA COLLAZOS
Para EL TIEMPO


* https://issuu.com/ntcgra/docs/la_palabra_junio_2015_collazos
 http://lapalabra.univalle.edu.co/index.php?option=com_content&view=article&id=409&Itemid=121

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Comentario de NTC en EL TIEMPO digital

Excelente, cercana y enriquecedora memoria para ell gran amigo y escritor Óscar Collazos. Gracias. Felicitaciones. Ojalá el Chocó Bahía Solano y el Valle del Cauca Buenaventura y Cali, liderados por la Universidad del Valle y su biblioteca estructuren u proyecto colectivo para rendirle perenne homenaje y para conservar su biblioteca y sus archivos personales y para digitalizarlos. Sobre Óscar Collazos sugerimos Acceder y navegar: Buscar por Google: oscar collazos ntc (que conduce a 
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