domingo, 4 de marzo de 2018

ESCRITOR HÉCTOR FABIO VARELA, “El GUARDIÁN DE LOS LIBROS”. Por Aura Rosa Cortés Amador.Cali, Abril de 2004. Documento recuperado

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 ESCRITOR HÉCTOR FABIO VARELA
 “El  GUARDIÁN DE LOS LIBROS”

Cali, Abril de 2004


Héctor Fabio Varela se nutre en la misma biblioteca de Babel de José Luis Borges. Seguramente el Guardián de los libros opina “La biblioteca existe es  eterna”. Me imagino al poeta Héctor Fabio meditando como Borges: “La biblioteca perdurará iluminada, solitaria, infinita, perfectamente inmóvil, armada de volúmenes preciosos, incorruptible, secreta”. Porque así es la inmensa biblioteca del académico Héctor Fabio Varela...-Leí la trilogía autografiada  por el autor: “Perfiles vallecaucanos”, “Palabras y visiones” y “Saudades” Los 2 primeros libros contienen ensayos de arte, historia, política, viajes, Afirman sus lectores intelectuales que sus escritos están unidos por coherencia ideológica y unidad de estilo claro y elegante.
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 El poeta ha entrado de la mano del idealista José Luis Borges al tiempo de las pirámides, espacio de bibliotecarios, a través de este lugar se ha comunicado con los símbolos gramaticales y el de las lenguas presentes, pretéritas o remotas. El Guardián de los libros ha comprendido perfectamente el espacio, el punto, la coma, las veintidós letras del alfabeto y ha realizado todas las posibles combinaciones de los símbolos ortográficos. El Poeta Héctor Fabio Varela ha entrado a “la cámara circular de los místicos; en sus metáforas hay una búsqueda y agradecimiento a su Dios Supremo:…”Como un arcángel vencido, / en las últimas distancias, / la luz sumerge en el sueño / el resplandor de sus galas /  . Durante el ángelus se ha recogido en la Basílica de la  ciudad de Buga; en “El  mural de Cali”, evoca de San Francisco la sandalia, de San Antonio su cancel, de San Pedro las llaves del reino.
Héctor Fabio estudia las vivencias que le correspondieron vivir al mundo poético de Azorín, ensayo escrito en agosto de 1939. Expresa Héctor Fabio  en su escrito: “Azorín mira hacia el pretérito con opresión sentimental y nostálgica”…y continúa: “Azorín es el poeta de las cosas humildes…mirad un retrato de Azorín y encontraréis en su escuálida y lívida fisonomía la esencia de su arte. Los ojos azules, perdidos en lontananza, no escrutan el porvenir sino el pasado; la frente amplia y melancólica tiene la languidez de sus paisajes; la nariz de lóbulos elásticos, parece husmear la anodina existencia de un quijote arruinado”… El Poeta Héctor Fabio tiene una fascinación por los escritores  españoles. También admira a Miguel de Unamuno  lo describe así: “Este viejo rebelde y quijotesco que tiene un amor por España, fanático, eruptivo y violento”…Además de los escritores del Siglo de Oro y de los de “La generación del 98”, el poeta estudió a los latinos Cursio  Malaparte, Papini, Pirandello. El Neo Realismo italiano y muchas otras escuelas y talentos. Es que el escritor Varela ha recorrido laberintos remotos  de “la biblioteca de Babilonia”, ha ascendido innumerables escalones, ha penetrado hexágonos y ha descubierto contenidos indescifrables
Como José Martínez Ruiz- Azorín- , Héctor Fabio Varela le ha tributado sus creativas metáforas a cada municipio, aldea, ciudad, academia de su entrañable comarca vallecaucana. Por lejanos que se encuentren los municipios les ha dedicado minuciosos estudios históricos y desempolva sus nostalgias literarias. Además estudia apasionadamente a los  dilectos poetas del Valle del Cauca. Conoce  el amor, el dolor y la patria de Ricardo Nieto, la poesía autobiográfica de Gilberto Garrido, el tono elegiaco de Carlos Villafañe. Rinde homenaje a la familia Gamboa y lo inicia escrutando los versos  de doña Margarita Gamboa de Cuevas. Evoca los poemas místicos y atormentados de Antonio Llanos, presenta tributo de admiración a Armando Romero Lozano, recorre los caminos políticos y esotéricos de Antonio Mondragón Guerrero; analiza el soneto lírico “A la rosa” de Daniel Collazos, investiga al poeta “Sobre realista” Marco Fidel Chávez, recuerda el centenario del poeta Cornelio Hispano, describe a los escritores Alberto y Mario Carvajal. En la ciudad de Palmira examina al poeta Manuel Arce Figueroa, A muchos escritores contemporáneos  los enaltece  en “Occidente” periódico donde escribe; seguramente en  los archivos se encuentran sus  testimonios  literarios, históricos y  políticos.
Comprendemos que nos han agotado los paisajes durante los siglos XX y XXI. Estamos invadidos por rascacielos de cemento y concreto. No podemos escalar las montañas como en el pasado, porque se encuentran infestadas de minas antipersonales, los parques nacionales son inaccesibles, en los mares desembarcan incógnitos basureros, ya danzaron su ronda los mensajeros de “Paz verde”, antes de la octava explosión  nuclear en el Atolón de Mururoa. Los ríos son nauseabundas cloacas donde se hospedan las bacterias, los buitres y la agonía de los caudales. Aunque a los poetas de la generación de Héctor Fabio Varela no les correspondió vivir esa hecatombe, conservamos en sus versos recuerdos juveniles de un paisaje maravilloso. Tal vez al Poeta no le interesan las metáforas salpicadas de sangre del siglo XIX y comienzos del XX, tampoco leo en sus versos el timbre de los teléfonos, la música de los gramófonos, el espectáculo de los tranvías, el paso de los trenes, el torbellino de las avenidas. Héctor Fabio desea retener como Azorín  el paisaje de ayer, los campos verdes irrepetibles, la aldea que se aleja; plasma en nuestra retina el sonido cadencioso de los campanarios. Así lo describe en “Infancia”: / Niñez asombradiza, patética y lejana/ Oigo de un gallo, a veces, el agudo clarín / que en los amaneceres de menta y mejorana / perforaba el silencio de brumoso confín. / Un ruiseñor venía también a mi ventana, / a cantarme sus cuitas sin motivo ni fin; / vibraba aire, remota una campana, / y el clavel encendía su efímero carmín/. También sus poemas “El Himno a Zarzal”, “Romance de la ciudad de Buga” “A Roldanillo” “Mural de Cali”, evidencian que existió una naturaleza floreciente, un paisaje alegre y una vida solariega. Son otras épocas, ya no podemos recrearnos en el paisaje de antaño. Quedan para la historia literaria esas maravillosas  metáforas impresionistas.
Héctor Fabio es Cervantino cuando afirma haber leído cuatro veces al Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha y en verdad tiene algunas virtudes del Hidalgo, personaje que él mismo describe textualmente: “Declaro las cualidades  que deben adornar al Caballero andante, por no decir al cristiano: Ha de guardar la fe a su Dios y a su dama; ha de ser casto en los pensamientos, honesto en las palabras, liberal en las obras, valiente en los hechos, sufrido en los trabajos, caritativo con los menesterosos, y finalmente mantenedor de la verdad, aunque le cueste la vida mantenerla”. 

Da fe de su amor por las damas en su obra “Saudades”. Su poesía está dedicada a innumerables mujeres a quienes canta sus fantasías, las lejanías,  sus amores y desamores. He aquí un fragmento de “Declaración de amor”: / Te amo heridamente, / sin suspiros, sin besos y sin lágrimas/ / Te amo con tu luz y con mi angustia, / con lo que está detrás de las palabras…/ . Leamos su “Pena de amor”: / Esta pena de amor que me atormenta / busca su luz en ciego laberinto, / me obnubila la mente y el instinto, / indefenso me deja en lid sangrienta…/ / . 

Muchas mujeres hemos tenido el privilegio de su escritura y sus ensayos: Mariela del Nilo, María Cristina Mera, Amparo Romero Vásquez, Clara Inés de Zawadzki entre otras.
No hay resquicio, subterfugio, anaquel de su biblioteca que no haya escrutado “El Guardián de los libros”, título honorífico muy Borgiano que le concedo en esta noche al Humanista y Catedrático Héctor Fabio Varela He aquí un fragmento de Jorge Luis Borges:
“Ahí están los jardines y la justificación de los templos
la recta música y las rectas palabras,
los sesenta y cuatro hexagramas,
los ritos que son la única sabiduría
que otorga el firmamento a los hombres,
el decoro de aquel emperador
cuya serenidad fue reflejada por el mundo, su espejo,
de suerte que los campos daban sus frutos
y los torrentes respetaban sus márgenes
el unicornio herido que regresa para marcar el fin,
las secretas leyes eternas,
el concierto del orbe;
esas cosas o su memoria están en los libros

que custodio en la torre”…
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Santiago de Cali, texto  investigado durante los meses de Marzo y Abril de 2004

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